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Red de Metal, acción, suspense... adéntrate en nuestro mundo steampunk!

Red de Metal


El ruido de las pisadas resonaba entre los callejones de las proximidades de “La Fábrica”. Botas de cuero negro adornado de diversas hebillas metálicas, que avanzaban una detrás de otra, a juego con una larga gabardina. Hacía rato que el sol se había ocultado, y ya por estas calles no quedaba ni un alma. Únicamente ella, recorría como siempre el camino que la llevaría de vuelta a casa después de un duro día de trabajo.
<< No puede ser verdad… No me puede pasar esto a mi… ¿Cómo se han enterado?>>-se detuvo un instante abordada por sus pensamientos, mientras se pasaba la mano por su cabello morado en forma de cresta. – ¡Malditos hijos de puta!- espetó encendiéndose un cigarrillo.
<< Pues no lo van a conseguir. No van a joderme de esta manera… -reanudó la marcha- ¿Qué opciones tengo? Puedo huir, pero dudo que pueda perderlos para siempre y no quiero esconderme toda mi vida. Son tan cabrones… ¿Por qué no pueden dejarme en paz con mis asuntos? Puedo controlarlo… -buscó en su bolsillo otro cigarrillo, para suplir el que se consumía rápidamente entre sus labios- Sabía que este día podía llegar, sabía lo que me jugaba cuando nos metimos en esto… A fin de cuentas he tenido contacto con el enemigo y mi lealtad es razonablemente cuestionable.-frenó en seco dejando caer al suelo la colilla- Sé lo que debo hacer… ¡Tengo que enfrentarme a ellos!>>


Salió corriendo rápidamente al ver el humo blanco del vapobús que la acercaría a casa. No quería perderlo, pues por la noche el servicio de transporte público era limitado, y posiblemente tuviera que esperar más de una hora a que pasara el siguiente. Al subir pagó el crédito que costaba el viaje con el código de barras de su muñeca, pues nunca solía llevar ya efectivo, y se sentó junto a una de las cristaleras a observar el vuelo de los dirigibles. Por un instante, le volvió a la cabeza la idea de volar, de huir en uno de los aeróstatos, pero el sonido de la caldera al iniciar el movimiento la trajo de vuelta a la realidad.
<< ¿Y como lo hago?>>-empezó a pensar. Y en su mente se escenificó la pelea:
Llegaría temprano como siempre, pero cargada con mi mochila. A esa hora sólo hay un guardia en la puerta, pues el otro habrá salido a tomarse su café. Pasaré a su lado tranquilamente, y él me pedirá que le enseñe el contenido de la mochila. La abriré en su dirección y apartaré la vista para protegerme los ojos de la cegadora que tendré preparada. Ahí empezará realmente la locura. Dejaré caer la mochila y sacaré, el  revólver silencioso la diestra  y el cuchillo la siniestra. Cortaré la garganta del vigilante, mientras disparo contra el de la garita de la parte de arriba. Dos disparos de trituradoras necesitaré para atravesar el cristal blindado. Rápidamente subiré por las escaleras mecánicas antes que las desactiven. El silenciador debe proporcionarme unos minutos de sigilo. Una vez arriba, correré por el pasillo para tirarme resbalando con mis rodillas, para aparecer en la intersección con el rellano de los ascensores. La sorpresa junto con la rapidez es un factor determinante. Abatiré primero al guardia de la derecha y luego al de la izquierda. Correré por la escalera de servicio hasta la quinta planta, donde está el despacho del viejo. En ese momento alguien debe haber accionado la alarma y subirán ya a por mí. Accederé a la planta con una fuerte patada en la puerta. El sonido hará voltearse al seguridad de la puerta del viejo. Mi cuchillo volará en el aire con precisión quirúrgica atravesando su garganta. El ruido de pisadas de mi espalda me avisará de la llegada de más compañía, y me giraré con el tiempo justo para disparar dos veces. Una de mis niñas, destrozará la cabeza del primero que asome por la esquina. La otra, arrancará un trozo de pared, haciéndolos retroceder y temerme. Caminando marcha atrás cubriendo ese canto, entraré de un empellón en la sala del viejo. Los gritos del exterior me confirmarán que no tengo mucho tiempo. Miraré a los ojos a ese sorprendido cabrón mientras descargo las dos últimas balas sobre su pecho. El efecto de las trituradoras lo destrozarán por completo. Luego solo tendré que salir. Lo importante ya estaría hecho.”

El silbido del vapor, escapando por las válvulas de freno del vapobús, la sacó de sus pensamientos. El conductor hizo sonar una campanilla, indicando la parada correspondiente. Su parada. El transcurso del trayecto hasta su casa, lo pasó aun debatiendo en su cabeza la mejor opción al problema. Cruzó la verja metálica que bordeaba su parcela, y se acercó al chalet donde ella y Cryss vivían desde hacía ya tres años. Las luces estaban encendidas y la música sonaba a todo volumen, por lo que sospechaba que ella ya la esperaba dentro. Cuando entró y contempló la escena, se le pasaron por un momento todos los males. La joven morena de pelo revuelto, que no se había percatado de su presencia, bailaba en ropa interior de forma extravagante mientras acicalaba la mesa. Sonnya tardó unos segundos en reaccionar y empezar a reírse a carcajadas, lo que llamó la atención de la distraída bailarina.
- ¡Ya estas en casa!- se lanzó a sus brazos obviando la burla.
- Si, por fin. Me han dejado escapar, por hoy.- la apretó fuerte contra ella a la vez que le proporcionaba un cálido beso.
- Espero que tengas hambre, por que he preparado una cena especial- señaló con su mano hacia la decorada mesa.
- Pero si hasta has puesto rosas… ¿Qué celebramos?
- No me digas que no te acuerdas… - su rostro se torció en una mueca- Hoy es el aniversario del día que nos enamoramos.
- Lo siento cariño, de verdad… -acarició la cara de Cryss suavemente, con ojos avergonzados- He tenido un día muy duro en el trabajo y no me he acordado.
- ¿Te han puteado mucho esos cabrones? ¡No te preocupes, yo te perdono!- volvió a lanzarse a sus labios.
Durante la copiosa cena, Sonnya no podía quitarse de la cabeza aquel asunto que la atormentaba. Aunque trataba de mantener continuada la conversación con Cryss, para que ésta no se diera cuenta de la tensión que sufría.
<< Cuidado, es psicoanalista>>- se decía a sí misma mientras trataba de controlar sus emociones.
Recogieron la mesa cuando terminaron, y fueron a sentarse junto a la chimenea con sendas copas de vino. Allí conversaron hasta que vaciaron la segunda botella y no quedaban más que brasas para caldear el ambiente.
- ¿Estas bien? –acabó por preguntarle Cryss- Te noto distante…
        Sonnya la miró fijamente a los ojos. Esos ojos que una vez le hicieron perder la cabeza, ignorando los peligros que conllevaba esa relación.
<< Nos han pillado. Mañana iré a por ellos…>>-quería contarle, pero –Te amo –fue lo único que pronunciaron sus labios, seguido de un cruce de lenguas que las incitó a disfrutar de sus húmedos cuerpos.
         De madrugada, Sonnya se levantó. No había podido pegar ojo, desde que culminaran la pasión que las condujo a la cama. Esperó el tiempo que creyó prudente para que Cryss se durmiera, y fue a revisar el equipo que necesitaría en unas horas. Cuidadosamente, limpió y cargó el revolver  junto con el demás material, y dispuso la trampa cegadora de la mochila. Si todo salía como tenía previsto, saldría de casa antes que se despertara. En cuanto hubo terminado de prepararlo todo, y consciente de la posibilidad de no regresar jamás, se dedicó un último cigarrillo mientras contemplaba a su amada dormir apaciblemente. Ajena a cualquier preocupación.
         << Tiene que haber otra forma. Un ataque es una locura, pero si huimos nos darán caza de ambos bandos como traidoras. –dio una profunda calada al cigarrillo- Traidora… ¿Soy una traidora?- en ese momento acarició el colgante metálico en forma de engranaje que Cryss le había regalado, hacía ya mucho tiempo. Juliette & Juliette venía grabado en él, por la semejanza de su situación con la de Romeo y Julieta. Ella, una agente de contra espionaje de la corporación Hikel, con una psicoanalista de la organización rival Thorn- Juliette & Juliette… condenados siempre al mismo final… ¿O no?>>- dejó caer la colilla al suelo, para pisarla enérgicamente con su pie derecho.



         Como siempre llegaba temprano a “La Fábrica”, el edificio que servía de cuartel a su organización. Cargaba a su espalda, junto con su atuendo habitual, una pequeña mochila. Ésta resaltaba en exceso, como si estuviera demasiado llena. Totalmente fría y seria se adentró en el edificio hasta que llegó al arco de vigilancia de la entrada, en dónde un guardia custodiaba el acceso. Mientras se acercaba, ojeó ligeramente la zona de las escaleras mecánicas y la garita de la parte superior. Todo estaba tal y como suponía.
         - Enséñeme el contenido de la mochila, por favor.
         Sin mediar palabra alguna, se volteó para que el hombre comprobara el contenido…




Al viejo sr. Erton, director de la organización, le gustaba ser de los primeros en llegar. Así que, cuando empezaron los gritos por todo el edificio, él ya estaba en su despacho. Temiendo lo peor al escuchar tal jaleo, abrió uno de los cajones de su escritorio. Suspiró aliviado, al comprobar que el “Hammerstone .45” descansaba en su interior. No había tenido tiempo de cogerla, cuando la puerta se abrió violentamente con un golpe sordo y seco. Tras ésta, apareció la figura de una mujer muy alterada. Las manchas negras que marcaban sus mejillas en forma de goterones, indicaba que había estado llorando.
- So…Sonnya –llegó a balbucear el sorprendido viejo.
La mujer no dio ningún tipo de respuesta, únicamente se limitó a mirarlo fijamente con esos ojos enrojecidos, a la vez que avanzaba hacia él. Y con un movimiento rápido, lanzó por los aires la pequeña mochila que portaba a su espalda, colocándola delante de sus narices. El ruido que hizo la bolsa al impactar con la madera del escritorio, le llamó la atención. Y no pudo evitar mirar su contenido.
- ¡Joder…! -exclamó al ver la cabeza sangrante de una mujer joven en su interior- ¿Es quien yo creo que es?
- No soy una traidora…-es todo lo que dijo, antes de dar media vuelta y salir caminando ante los chillidos y vítores de sus compañeros.
Mientras la veía alejarse, el sr. Erton volvió a mirar al fondo de su cajón, allí donde resolvía sus dudas sobre renegados. Tras unos segundos de incertidumbre, apoyó suavemente los dedos en la madera y empujó para cerrarlo.


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5 comentarios:

  1. Muy bien narrada. La historia es rapida e impactante, con ese final inesperado.
    Me ha gustado mucho.

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  2. Está muy bien, joer q imaginación que tiene la prota, no?. Por cierto, no es una traidora, es una psicópata de tomo y lomo, y la otra una psicoanalista de chicha y nabo por no haberse coscao del asunto. Pero está chulo.

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  3. Me ha encantado... Te deja con ganas de leer más!

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  4. Un relato magnífico. I el final es perfecto

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  5. Absorbente, delirante, arrebatador....simplemente electrizante.

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